La estandarización y certificación de procesos son claves a la hora de propiciar el desarrollo tecnológico e incentivar una mayor calidad en el servicio que las empresas prestan a sus clientes, permitiendo que estos últimos tengan una referencia clara sobre cómo trabaja una empresa a la hora de decidir contratar sus servicios.  

Por ello resulta fundamental el rol de la Organización Internacional de Normalización (ISO por sus siglas en inglés), que es el desarrollador más importante del mundo de normas internacionales voluntarias. Sus estándares ofrecen soluciones y mejores prácticas para casi todos los tipos de tecnología y negocios, ayudando a las empresas y organizaciones a aumentar el rendimiento mientras cuidan de los consumidores y del planeta.

Según la define esta organización, la ISO 9001 “es una norma que establece los requisitos para un sistema de gestión de la calidad, ayudando a las empresas y organizaciones a ser más eficientes y mejorar la satisfacción del cliente”.

ISO 9001 se basa en la idea de mejora continua. Está diseñada para ser lo suficientemente flexible para ser utilizada por muchos tipos diferentes de organizaciones, por lo que no especifica cuáles deberían ser los objetivos relacionados con la “calidad” o “satisfacer las necesidades del cliente”.

De acuerdo con la empresa Skillcast esta norma “se basa en 7 principios de gestión de calidad, que incluyen tener un fuerte enfoque en el cliente, la participación de la dirección de la empresa y un impulso para la mejora continua”.

Los siete principios de gestión de la calidad son:

1 – Orientación al cliente

2 – Liderazgo

3 – Compromiso de las personas

4 – Enfoque basado en procesos

5 – Mejora

6 – Toma de decisiones basada en evidencia

7 – Gestión de relaciones

Por su parte, la certificación ISO 14001 también permite a las empresas abordar una política medioambiental mediante procesos estandarizados, la Organización Internacional de Normalización la define como “una norma acordada internacionalmente que establece los requisitos para un sistema de gestión ambiental”, agregando que este último es aquel que “ayuda a las organizaciones a identificar, administrar, monitorear y controlar sus problemas ambientales de una manera “holística”.

Es por ello por lo que estas dos certificaciones resultan fundamentales para el sector de los turbocompresores, donde la calidad y eficiencia han sido históricamente los grandes objetivos, a los que se suma ahora una cada vez mayor necesidad de proteger al medioambiente, no solo a través del producto final, sino también en a lo largo de todos los procesos que desarrollan las empresas del sector.