La crisis de la cadena de suministros ha tenido un gran impacto mucho más allá del sector del transporte marítimo y el comercio internacional. Las economías desarrolladas están atravesando por un período de alta inflación como no se había visto en décadas, en buena medida por los cuellos de botella formados ante los continuos retrasos en la entrega de materiales esenciales para sus procesos industriales, con la escasez de microchips como el ejemplo más simbólico de esta crisis. 

Ahora que la situación se está normalizando, a la espera de ver qué efecto tienen los nuevos confinamientos en China, resulta importante ver qué lecciones hemos aprendido de esta crisis y cómo debemos prepararnos para el futuro. Entre las medidas que se podrían tomar destacan: 

Integradores.
Uno de los claros puntos de mejora es el nivel coordinación entre los integradores y los fabricantes en la planificación de la demanda a medio y largo plazo, donde resulta factible pensar que el futuro será de programas y no de proyectos, lo que requerirá una relación más profunda entre ellos, así como compromisos en una etapa más temprana que otorgarían a los integradores una mayor visión de futuro, pudiendo aumentar su personal, tomar mejores decisiones de compra y servir mejor a sus clientes y a la industria en general. 

Diversificación, el modelo China + 1.
A raíz de la pandemia el sector de la manufactura se ha dado cuenta de la importancia de tener fuentes de suministro fuera de China, consolidando una tendencia que cuenta con el apoyo activo de muchos gobiernos y bloques comerciales que han establecido una política de fomentar una cadena de suministros más próxima a los centros de producción y la fabricación de más productos en sus propios países. 

El sistema globalizado de producción vigente hasta la llegada de la pandemia condiciona la producción al suministro de partes provenientes de múltiples lugares muchas veces distantes entre sí, tejiendo una compleja red de interdependencia que ha hecho que sectores estratégicos como el automotriz se vean desproporcionadamente afectados por la falta de unos pocos componentes claves. 

La mecanización para el futuro.
La inflación y la falta de mano de obra en muchas economías avanzadas ha propiciado un crecimiento en los salarios que ha superado el 3% interanual en Estados Unidos y podría complicar aún más las estrategias de reindustrialización que están poniendo en marcha muchos gobiernos. 

La alternativa para que los costes laborales no disparen los generales, y esto se traduzca en una pérdida de competitividad, podría ser una mayor inversión en la mecanización de los procesos y la adquisición de robots que realicen algunas de las tareas que siguen dependiendo del trabajo manual.